LA ERMITA DE SAN MIGUEL
La ermita de San Miguel está situada sobre el monte que lleva su mismo nombre. Cuando te acercas a la localidad de Ayerbe, lo primero que puedes ver al llegar es el monte de San Miguel y sobre él la ermita, hoy en día todavía más bella porque ha sido restaurada y está iluminada. Bajo esta imagen que parece de postal, se encuentra el pueblo de Ayerbe.
HISTORIA
A raíz de la conquista, en 1.083, del Castillo musulmán de Ayerbe por parte las tropas de Sancho Ramírez, en la cima del monte, al amparo de la fortaleza y en el terreno más llano comprendido entre la actual ermita y la zona que se conoce por OS MUROS, surgía una población, habitada por agricultores, ganaderos y gentes al servicio del castillo, que originó el Ayerbe primitivo. Su emplazamiento en dicho lugar obedecía a la falta de seguridad a los pies del monte, ya que la zona todavía no estaba libre del peligro de posibles incursiones musulmanas.
Esa pequeña población existente se encontraba situada cercana al castillo porque ello transmitía a sus pobladores cierta confianza en caso de ser atacados, pues podrían refugiarse en el mismo. Estos pobladores tendrían como templo parroquial la Iglesia de San Miguel. Cuando estos pobladores descendieron al actual emplazamiento de la villa de Ayerbe, la iglesia de San Miguel pasó a ser una ermita.
Del templo medieval tal vez sea el ábside románico lo único que quedaba en pie de la primitiva iglesia parroquial de Ayerbe de finales del siglo XI y principios del XII. Este ábside está adornado en su interior y exterior por un sencillo bocel y una ventana abocinada. El resto del edificio tal vez provenga de una reconstrucción de finales del siglo XVIII y principios del XIX .A principios de la década de los sesenta del siglo XX se trabajó en la terraza existente sobre lo que fue la vivienda del ermitaño.
El edificio se asienta sobre un terreno poco estable, que se desplaza y resiente. Ésto repercute en su estructura y por ello es preciso obrar en él cada cierto periodo de tiempo para consolidar sus muros.
El retablo de esta ermita procede del desaparecido templo del Sancti Spiritu, de Huesca. Es del primer tercio del siglo XVII, de madera dorada. Todavía ostenta algunos resabios renacentistas en su decoración. LLama especialmente la atención que que una parte del fuste de sus columnas en lugar de estrías ostenta escamas, elemento decorativo que también puede contemplarse en la Torre del Reloj de Ayerbe y en la fachada de la antigua Casa de los Diezmos. Este retablo ha sido restaurado recientemente.
La imagen del titular, robada hace años, llamaba la atención por la bondad que parecía irradiar del rostro del Arcángel en contraposición a la fealdad del diablo. San Miguel empuñaba con su mano derecha una espada blandiéndola en alto sobre su cabeza, mientras Satanás volviendo su cara hacia arriba lo miraba con rabia. La actual imagen de San Miguel es moderna, de las seriadas en escayola.
Antiguamente y bajo el patrocinio de San Miguel existió una cofradía hoy desaparecida. En esta ermita también existió una campana cuyos tañidos anunciaban diferentes eventos como incendios, tormentas...Está campana fue robada hace unos siete años. Tenía el nombre de Victoria y estaba dedicada a San Miguel y a Santa Bárbara. En la actualidad se adquirió una campana nueva gracias al esfuerzo de los vecinos para sustituir a la antigua.
Antiguamente se acudía a la ermita de San Miguel dos veces al año. La primera el día de la Santa Cruz de Mayo, para bendecir los términos y la otra, el 29 de Septiembre para celebrar la festividad litúrgica de San Miguel, santo al que está dedicada esta ermita.
A principios de la década de los sesenta y ya en el siglo XX, el monte de San Miguel fue objeto de una repoblación forestal a base de pinos, lo que hace que tenga el aspecto actual que hoy podemos contemplar.
El pasado 7 de Septiembre de 2.002 y coincidiendo con la celebración de las Fiestas de Santa Leticia, fue inagurada la ermita de San Miguel que tras tres años de intensos trabajos ha sido restaurada, lo que hace que todos los ayerbenses estén orgullosos de ello y puedan disfrutar de ella por muchos años. El esfuerzo realizado por todos ha merecido la pena.
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