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 Ardilla común  (Sciurus vulgaris)

 

Sciurus vulgarís

Características:  La larga cola mechosa y el penacho de pelos en las orejas identifican a este agilísimo esciúrido que, como máximo, podría ser confundido con la ardilla gris, proveniente de Norteamérica e introducida en Inglaterra.

A diferencia de ésta, en su pelaje dominan los tonos pardos, que van desde el pardo negruzco oscuro hasta el pardorrojizo claro. La parte ventral siempre es clara, y las variantes de color suelen depender del hábitat respectivo. En los bosques caducifolios y parques urbanos con pocas coníferas predominan los tipos pardorrojizos, mientras que en los bosques de coníferas se dan casi exclusivamente tonos pardonegruzcos o castaños. Estas colocaciones suponen una adaptación a la coloración del entorno en cada hábitat: en los oscuros bosques de coníferas las ardillas castañas llaman mucho menos la atención durante el día que las de color rojizo-anaranjado, y viceversa. El color también parece estar relacionado con el microclima, pues las ardillas rojas y pardorrojizas suelen vivir en hábitats más cálidos y secos, mientras que las pardonegruzcas los prefieren más fríos y húmedos; es decir, que el color predominante no depende sólo de los depredadores. A veces también coexisten tipos diferentes.

Las ardillas trepan muy bien. Suben por los troncos de los árboles con casi idéntica rapidez y agilidad que cuando bajan, cabeza abajo. Saltan lejos y con gran precisión. Su reducido peso les permite trepar hasta los extremos de las copas y de las ramas. La cola, larga y espesa, les sirve entonces de una especie de balancín o contrapeso y de timón en el salto.

Reclamo: «chuc-chuc».

Hábitat: la distribución en España es muy discontinua, ya que habita sólo en los bosques de coníferas de los sistemas montañosos. Al norte de la península son oscuras (sólo una estrecha banda ventral blanca) y se van haciendo más claras a medida que se desplazan hacia el sur (dorso claro, vientre totalmente blanco).

Costumbres: dado que es en gran medida diurna, puede observarse bien a la ardilla. Se desliza rápida y silenciosamente por las copas de los árboles, con increíble agilidad; salta, sin pensárselo, a los árboles o arbustos vecinos, sube o baja a toda velocidad por los troncos. Construye nidos esféricos a base de ramas y hojas en huecos espaciosos de los árboles o, al descubierto, sobre bifurcaciones de ramas en la zona de la copa; allí duerme y da a luz a sus crías. No cae en un letargo invernal auténtico (con reducción de la temperatura corporal), sino que alterna fases de descanso de sueño. En los intervalos de vigilia busca las avellanas almacenadas durante el otoño o conos de conífera. Al reducir su actividad, disminuyen sus necesidades alimenticias.

La ardilla desarrolla su máxima actividad en 1a época de celo, cuando los machos organizar auténticas «cazas de hembras» por las copas de los árboles. Durante el resto del año, en cambio, prefieren la vida solitaria. Sólo en condiciones de vida urbanas se reúnen varias ardillas en un espacio reducido, cuando se les da de comer con regularidad. De ahí que en los parques urbanos pueda mantener durante muchos años una alta densidad de población. En los bosques, por el contrario, se producen una y otra vez grandes fluctuaciones. En los años de abundancia de hayucos o en que brotan muchas piñas («años de ceba» las ardillas se multiplican rápidamente, porque hay alimentos de sobra. Pero a estos períodos suelen suceder otros con menos frutos arbóreos. Entonces las poblaciones de ardillas quedan diezmadas, porque pese a todos los intentos de recurrir a otros alimentos, no encuentran los suficientes. Durante los «años de ceba» las ardillas no aprovechan ni mucho menos todos los alimentos disponibles, porque no pueden multiplicarse con tanta rapidez. Si los árboles produjeran cada año una cantidad similar de semillas, las ardillas podrían adaptarse. Mediante esa irregular producción rasiba, que sin embargo puede repetirse en ciertas zonas en intervalos regulares, los árboles se protegen de un aprovechamiento demasiado intenso de las semillas por parte de las ardillas y de otros animales.

Reproducción: los períodos principales de reproducción se sitúan en primavera y a principios de verano. En las tierras bajas las ardillas suelen parir, tras 28 días de gestación, 4 ó 5 crías, como máximo 7, dos veces al año. Los pequeños nacen desnudos y ciegos. La mayoría de las veces, las hembras preñadas construyen «nidos de recambio», de forma que, si son molestadas, pueden trasladar enseguida allí a las crías. Los nidos suelen tener orificios de acceso en el lateral inferior, ya que las ardillas trepan desde abajo. Gracias a esto pueden distinguirse con facilidad de los nidos de aves. Si se aparean ardillas de pelaje diferente, las crías serán mestizas. Sin embargo, y dada la separación de los tipos de color en los hábitats, se produce con relativamente poca frecuencia.

Alimentación: las ardillas no son muy caprichosas y devoran casi todo lo que pueden roer con sus incisivos. Su dieta incluye según la oferta desde nueces, hayucos, semillas de abeto rojo, pino y abeto, bellotas y otras semillas hasta bayas, frutas, setas y animales pequeños. Aunque es cierto que les gusta «robar» huevos y polluelos de los nidos de aves cantoras, su «influencia nociva» sobre las nidadas se suele exagerar mucho. En los parques puede pasar, desde luego, que si se les alimenta demasiado, aumenten tanto en número, que «de paso» saqueen casi todos los nidos de aves. En los bosques las ardillas han producido en ocasiones ciertos daños al roer los brotes, pero tampoco hay que sobrevalorarlos. En todo caso, es innecesario un control especial de las poblaciones de ardillas en condiciones medianamente naturales

Generalidades: especialmente las «ardillas conífera», pardooscuras, dependen mucho de los conos (piñas) de abeto rojo disponibles, que verían mucho según los años. Sólo se dan años realmente buenos en intervalos bastante largos. Entonces las ardillas tienen muchas crías y la densidad de sus poblaciones se multiplica. Porque de semillas constituyen un alimento extremadamente nutritivo y son además fáciles de obtener. Las semillas manipulan las piñas con mucha habilidad Un animal puede comer de 10 ó15 piñas de abeto rojo al día, y si son de pino hasta 100. Con un, mordisco especial levanta las escamas hasta que se abren lo suficiente o se desprenden. Así accede a las semillas. Tres minutos dura el proceso de abrir toda una piña de pino. Tiene a su disposición entonces unas 30 semillas, que pesan aproximadamente dos décimas de gramo. Una ración diaria de 100 a 150 piñas le proporciona por tanto alrededor de un 5 por ciento de su propio peso. Esto le basta a la ardilla para acumular algo del grasa; tan nutritivas y pobres en sustancias residuales son las semillas. Necesitaría comer el equivalente a un 20 por ciento de su propio peso en pinachos para obtener el mismo valor nutritivo, Aquí se demuestra la ventaja de los incisivos, que les permiten abrir piñas de coníferas y nueces. Estas contienen mucha más energía nutritiva que los tejidos vegetales normales.

 Fuente: Internet
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