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Sylvia communis 14 cm.
Las Currucas Zarceras no son tan escondedizas y discretas como otras; el macho se posa al descubierto en la rama de un arbusto para lanzar al aire su breve pero dulce canto. Elige su territorio tan pronto como llega a España y puede emparejar con la primera hembra que pase por el mismo. El cortejo nupcial puede ser violento por ambas partes. El macho persigue a la hembra de cerca, con un trocito de hierba en el pico, y luego se lanza sobre ella con cortos estallidos de canto, como si la atacara. La hembra responde extendiendo las alas y la cola y saltando sobre el macho, como para alejarle: en el último momento el macho retrocede.
La Curruca Zarcera vive en un amplio número de hábitats, como campos con maleza no muy espesa, linderos de bosques y terrenos con ortigas, zarzales, aulagas y otros arbustos. Pasada la estación de cría a veces visitan jardines, alimentándose en ellos con frutos blandos; luego, parten para Africa. Durante los pasos es más común en el norte, noroeste y sur del país, con numerosas aves procedentes de otros puntos de Europa. En las zonas central, meridional y oriental nidifica sólo a partir de una cierta altitud.
Identificación: En verano, macho con capirote gris, en invierno, pardo grisáceo; garganta blanca; ambos sexos tienen alas castaño-rojizas; hembra más apagada.
Nidificación: El macho construye nidos de ensayo; la hembra escoge uno, o ambos construyen otro nuevo; nido, en forma de copa profunda, en vegetación próxima al suelo; hecho de hierbas, frecuentemente forrado con pelo de caballo, ornado con plumón; puesta, de mayo a julio, usualmente de 4 a 5 huevos, a menudo verde claro o ante pálido, con marcas grises; incubación, unos 12 días, por ambos padres, que alimentan a los pollos; éstos dejan el nido tras unos 11 días; normalmente dos crías al año.
Alimentación: Insectos y sus larvas, arañas; en otoño, frutos.
Hábitats: Sotos. |
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