ERMITA DE SAN JULIÁN DE ANDRÍA
Se encuentra en la misma sierra de Gratal, al pie de este pico. Se incrusta en la base de un poderoso escarpe de conglomerado. Ante el edificio religioso se explaya una plazuela con tejido herboso y, a su izquierda, la celda refugio de la persona que abrazó la vida contemplativa. Para componer el recinto sagrado bastó con atravesar un muro de mampuestos de tamaños diferentes, ocluyendo la boca de una concavidad tendente a un semicírculo. La puerta se acopló centrada.
El interior es intensamente húmedo con goteo persistente sobre el suelo terroso que obligó a plantear un drenaje periférico inmediato a las rezumantes paredes, algunas cubiertas por coladas y formas litoquímicas bulbosas poco imaginativas pero placenteras a los ojos del visitante.
En el rincón meridional se compuso un altar de obra en el que encontraremos la escultura del titular, San Julián Sabás (El Viejo). A la izquierda del altar se compuso con mampostería un depósito circular que almacena agua de percolación, con rebosadero por si se llena y grifo.
Cerca de este espacio santo se cuelga entre arrugas de piedra el ergástulo del ermita. Es una oquedad lóbrega y penitente, con prominencias en el asiento, baja de techo y alcanzable seguramente por escalera de madera, pues no se observan vestigios de traza.
Una pobre mampostería trabada con argamasa crea una pared de cierre muy similar a la de la ermita de San Cristóbal de Aniés. El techo de la misma está ennegrecido por el flujo continuado del humo.
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