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Buda nació probablemente en el año 556 antes de Cristo en Kapilavastu, ciudad amurallada del reino de Sakya, en la India, y situada en la región meridional del Himalaya. Buda es conocido también bajo el nombre de Sakyamuni y era hijo de Suddhodhana, rey de Sakya, y de la reina Maya, miembro de una poderosa familia del reino. Según la tradición, Sakyamuni nació en los jardines de Lumbini, cuando su madre se dirigía a visitar a su propia familia. La reina Maya murió a los siete días de haber dado a luz y el recién nacido fue criado por su tía materna Mahaprajapati. Sakyamuni creció rodeado de lujo: tenía tres palacios, uno de invierno, otro de verano y un tercero para la estación de las lluvias. En ellos disfrutaba de la presencia de numerosas doncellas, bailarinas y músicos; vestía ropa interior de seda y un criado le acompañaba con un parasol. El propio Sakyamuni se describe como un muchacho de constitución esbelta, muy delicado y con una esmerada educación. De sus años de estudio, posiblemente dirigidos por dos brahamanes, sólo se sabe que asombró a sus maestros por sus rápidos progresos, tanto en letras como en matemáticas. Mucho se ha hablado del carácter sensible de Buda, pero siendo hijo de un rey y aspirante al trono, debió de ser educado también en las artes marciales y en todas aquellas disciplinas necesarias para un monarca. Sin embargo, el reino Sakya apenas si era un principado del reino de Kosala, del que dependía. Sakyamuni se casó con su prima Yashodhara cuando tenía alrededor de dieciséis años, según algunas fuentes, y diecinueve, e incluso más, según otras. En algunas leyendas se dice que la conquistó en una prueba de armas luchando contra varios rivales. Nada se sabe de este matrimonio, excepto que tuvo un hijo, de nombre Rahula que se convertiría en uno de sus principales discípulos. El hecho de tener un hijo varón como continuador de la dinastía le habría facilitado la renuncia a sus derechos y su consagración a la vida religiosa. La vida de Sakyamuni transcurría la mayor parte del tiempo en el palacio real, bajo la protección paterna. Según la tradición, durante sus salidas furtivas a la ciudad, en que era acompañado por un cochero, se produjeron los llamados «cuatro encuentros». En cierta ocasión que salía por la puerta oriental del palacio, se encontró con un anciano; en otra ocasión que salía por la puerta meridional, vio a un enfermo; cuando lo hizo por la puerta occidental, vio un cadáver, y otro día, al cruzar la puerta septentrional, se encontró con un religioso mendicante. Este último encuentro le haría ver la primera etapa de su liberación. A los veintinueve años, Sakyamuni abandonó a su familia. Lo hizo de noche, montado en su corcel Kanthaka y en compañía de su criado Chantaka. Su meta era Magadha, estado floreciente del sur, donde se estaban produciendo cambios culturales y filosóficos. Es posible que también eligiera ese reino, a unos diez días de camino desde Kapilavastu, para evitar la posibilidad de que su padre exigiera que fuera repatriado. Una vez recorrido parte del camino, se cortó los cabellos, despojóse de sus joyas y aderezos y los entregó a su criado para que, de vuelta a casa, los devolviera a su familia, con el mensaje de que no regresaría hasta haber alcanzado la iluminación. El resto del camino lo hizo como mendicante, práctica, por otra parte, muy bien considerada en la India de la época. También era habitual que hombres ya maduros y con inclinaciones filosóficas se adentraran en el bosque para buscar la verdad. En él, lo singular es que lo hizo a edad muy temprana. La iluminación Una vez en Rajagaha, capital de Magadha, el joven mendicante llamó la atención del poderoso rey Bimbisara, que fue a visitarle, acompañado por su séquito, al monte Pandava, donde practicaba la meditación y el ascetismo. Según cuenta la tradición, el rey le ofreció cuantas riquezas deseara, a cambio de que aceptara ponerse al mando de sus batallones de elefantes y de sus tropas de élite. Sakyamuni informó al rey de su origen noble y del propósito de su estancia en Rajagaha. El rey Bimbisara no reiteró la propuesta y rogó únicamente que cuando alcanzara la iluminación fuera el primero en conocer la verdad alcanzada. Sakyamuni escogió a dos maestros de yoga, Alara Kalama y Uddaka Ramaputa. El primero había alcanzado la fase «en que nada existe», tenía trescientos discípulos y se cree que su ermita estaba en Vaishi. Sakyamuni alcanzó muy pronto ese mismo estadio y se persuadió de la insuficiencia de estas enseñanzas para liberar a la humanidad de sus sufrimientos. Uddaka Ramaputa tenía seiscientos discípulos y vivía cerca de Rajagaha. Sus enseñanzas tampoco colmaron los afanes de Sakyamuni. Partió entonces para Sena, una aldea junto al río Nairanjana, lugar de encuentro de ascetas. Estas prácticas estaban perfectamente reglamentadas y se referían al control de la mente, la suspensión de la respiración, el ayuno total y una dieta muy severa, disciplinas todas ellas penosas y dolorosas. Por los relatos se sabe que Sakyamuni no se arredró ante dichas experiencias e incluso en alguna ocasión quienes le rodeaban creían que había muerto. En aquellos tiempos los alumnos avanzados practicaban ayunos de hasta dos meses, y se sabe que nueve discípulos de Nigantha Nataputta, fundador del jainismo, se dejaron morir de hambre para alcanzar la liberación final. Tras años de austeridades y mortificaciones que no le procuraron la iluminación, Sakyamuni resolvió abandonar el ascetismo, recibiendo, por el paso dado, las críticas de sus cinco compañeros. Para empezar, se bañó en el río Nairanjana para librarse de la suciedad que había acumulado en el curso del largo proceso seguido. Al parecer, se hallaba tan débil que apenas pudo salir del agua. Recobró las fuerzas gracias a la comida que le ofreció una muchacha llamada Sajata. Según diversas leyendas, esta joven era hija del jefe de la aldea de Sena y el alimento que le dio al asceta era una sopa de arroz hervido en leche. Poco tiempo después, ya restablecido, Sakyamuni alcanzó la iluminación. Según todos los indicios, esto habría ocurrido en la ciudad de Gaya, cerca de Sena. Más tarde se llamaría BodhGaya y en ella se levantaría un templo en honor de Buda. Como era costumbre en la época, Sakyamuni pasaba largas horas de meditación a la sombra de una higuera sagrada (Ficus religiosa) que más tarde sería bautizada con el nombre de Bodhi o «Árbol de la Iluminación» A punto estaba ya de conseguirla cuando tuvo que vencer las tentaciones del demonio Mara. La iluminación tuvo lugar al alba, «cuando apareció la estrella de la mañana», tras toda la noche de meditación. Contaba entonces treinta y cinco años de edad. Sakyamuni había comprendido que los sufrimientos humanos están íntimamente ligados a la naturaleza de la existencia, al hecho de nacer, y que para culminar la rueda de las reencarnaciones era necesario prescindir de pasiones y deseos, y superar la ignorancia mediante la ciencia. La caridad era una forma de desear la salvación de todos los hombres y la de uno mismo. En los primeros momentos dudó de predicar la verdad que había alcanzado. Su primer sermón tuvo lugar al cabo de un mes en Sarnath, cerca de Benarés, donde residían sus cinco antiguos compañeros. Al parecer, éstos le recibieron muy fríamente y Sakyamuni les reprendió por las maneras que tenían de dirigirse a un iluminado. Finalmente, los cinco formaron el núcleo inicial de la nueva secta y, dada la sencillez del nuevo mensaje, ésta creció con rapidez. El discípulo número seis fue Yasa, hijo de un rico comerciante de Benarés, insatisfecho con su vida sensual y de lujos, que presentaba un paralelismo con la vida del propio Sakyamuni. A través de Yasa se convirtió toda la familia. Cuando consideró que sus discípulos estaban convenientemente preparados, los mandó a predicar la nueva verdad por toda la India. Debían ir solos, y Sakyamuni regresó a Uruvela, entre cuyos seguidores más importantes e influyentes estaba el rey Bimbisara. El rey donó a Buda y a sus seguidores una parcela de tierra, conocida como el «Bosque de Bambúes», para que les sirviera de refugio. Sin embargo, la mayor parte del tiempo la pasaban mendigando y predicando, y sólo regresaban a la finca durante la estación lluviosa. En los últimos años de su vida Sakyamuni sufrió duros reveses. El rey Bimbisara fue destronado por su propio hijo y el trono de los sakyas fue usurpado por Vidudabha, hijo del rey Pasenadi, protector también del budismo. Parece que intentaba retornar a su ciudad natal cuando le sobrevino la muerte. Tenía ochenta y un años de edad y se encontraba muy débil. Por las descripciones hechas de la enfermedad infecciosa que contrajo, se cree que la causa última de su muerte pudo ser una disentería. Ocurrió en la ciudad de Kusinagara y estuvo predicando su doctrina hasta los últimos momentos. Su cuerpo fue incinerado a los siete días de haber fallecido y sus cenizas repartidas entre sus seguidores.
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